¿Por qué los cristianos son tan poco bondadosos los unos con los otros?
Este se debe a que perdemos de vista nuestra necesidad diaria de gracia. Comenzamos a dar por sentada nuestra salvación. Olvidamos la realidad de que somos pecadores, salvados por la gracia. Y el corazón que olvida el continuo regalo de la gracia que Dios nos da, pronto se endurece hacia los demás. El pueblo de Dios es olvidadizo.
Si le damos una mirada a los libros de Génesis y Éxodo, veremos que es así. Quizás por eso Pablo siempre iniciaba y cerraba sus cartas, con palabras relacionados con la gracia. Él ungió a su protegido, Timoteo: "Fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús " ( 2 Timoteo 2:1) Y el escritor de Hebreos advirtió:" Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos" ( Hebreos 12: 14-15).
La mayoría de los cristianos tienen un entendimiento básico de la gracia como el favor o la misericordia inmerecida de Dios hacia la humanidad. Sabemos que hemos sido salvados por la gracia (Efesios 2:8). No obstante, después de la salvación muchos creyentes profesos no tienen idea del impacto maravilloso que posee la gracia en sus vidas cotidianas.
La gracia no es un regalo que Dios nos da una sola vez y ya. Como los cristianos seguimos luchando con el pecado hasta el día en que veamos a Jesús cara a cara, necesitamos la gracia de Dios cada día en nuestras vidas.
La palabra gracia se menciona ciento cincuenta veces en el Nuevo Testamento y estas muchas referencias muestran con claridad su multifacética y rica naturaleza. Jesús vino a la tierra " lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14). Y en tanto Jesús era la encarnación completa de la verdad y la rectitud de Dios, también era la materialización de su amor hacia aquellos que vino a salvar. El escritor de Hebreos describe el trono de Dios, como el "trono de la gracia" (Hebreos 4:16), un lugar al que los creyentes podían acercarse ante el Señor con confianza. El mayor y más celoso proponente de la gracia en la Biblia, es el apóstol Pablo. Él estaba tan enamorado de la gracia que siempre comenzaba y cerraba sus cartas, las cuales leemos en el Nuevo Testamento, haciendo referencia a ellas. Pablo sabía que Dios perdonó sus pecados, no a causa de las buenas obras que el apóstol hiciera, sino por la gracia de Dios " Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras , para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." ( Efesios 2: 4-10). Pablo sabía que era el más grande de los pecadores, y todo lo que Dios había hecho por él, implicaba una divina expresión de la gracia (1 Corintios 15:10). Para Pablo la gracia era mucho más que teología. Se trataba de la fuerza motivadora de todo lo que hacía en su vida. La gracia de Dios lo movía a mostrar bondad hacia aquellos que no lo merecían En teología cristiana se entiende por gracia divina o gracia santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse y alcanzar al Reino de Dios, como también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia Sí.
Cuando las personas se convierten y comienzan a asistir a una iglesia, tal cosa no significa que ya no necesitan de la gracia. Es todo lo contrario. La iglesia atrae al que reconoce su desesperada necesidad de gracia. Estamos llamados a bañarnos en la gracia de Dios, y como cristianos debemos hacer que su gracia, también se derrame sobre nuestros hermanos en Cristo Jesús.
La gracia es fundamental en todo lo que Dios hace en nuestras vidas, por cuanto por ella seremos salvos en nuestro propósito de alcanzar la vida eterna, morando en el Reino de nuestro Padre Celestial.
DR. FERNANDO ROSERO GONZÁLEZ
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